Renzi, primer ministro italiano, anuncia su dimisión tras la dura derrota en la consulta popular.
En 2006 ya ocurrió esto mismo: el gobierno propone y promueve una importante reforma constitucional y los ciudadanos la tumban en las urnas. Con una participación del 68,48% (para que la consulta sea válida debe superar el 50%) casi el 60% de los italianos votaron que no (pueden ver una información detallada en la página oficial del Ministerio del Interior italiano).

Existía la posibilidad de «evitar» la convocatoria de un referéndum consiguiendo unas mayorías muy cualificadas en las dos cámaras del parlamento italiano, Renzi no consiguió (ni persiguió) las mismas, habiendo prometido desde un inicio una consulta popular. Un resumen en castellano sobre la reforma propuesta lo pueden encontrar en El País.

El resultado se está leyendo en países como España como el triunfo del euroescepticismo y el populismo, en tanto que partidos como el Movimento 5 Stelle (M5S) o Lega Nord (LN) apoyaron el «No». Esta lectura está increíblemente alejada de los «bandos» enfrentados en Italia, por más que algunos como el M5S quieran hacer también esta lectura. No debemos olvidar que otras formaciones como Sinistra Italiana (SI), que aunque no sean partidarios de la Eurozona (la que piden desintegrar), son europeístas en la construcción de un espacio político común. En el «no» estaba también la Unione di Centro (UdC) y Forza Italia (FI) de Silvio Berlusconi, ambos socios del PP europeo.

Pero es que algunos partidos filofascistas como la Lega Nord no han votadon al «no» por antierupeísmo (que lo tienen), sino por el fuerte carácter rescentralizador de la reforma propuesta. Otros como SI lo hacían por el apoyo claro a los partidos mayoritarios y la pérdida de poder del Senado (junto con la nueva ley electoral, llamada Italicum). Otros partidos lo que han hecho es votar «en contra» de Renzi, que personalizó la campaña.