Partidos políticos: ¿Por qué esa manía de cancelar inscripciones?
Gracias a Kata llego a una nota de Fernando Tuesta, uno de los expertos de nuestro país en temas electorales, publicada en La República, donde lanza una propuesta de reforma de la ley de partidos: «Partidos en su laberinto y una propuesta» y hay algo que sigo sin ver claro: ¿por qué tenemos la manía de querer cancelar las inscripciones de los partidos que salen derrotados de las contiendas electorales?
En la nota enlazada Tuesta pega un repaso a algunos de los problemas de la ley de partidos actual -la dificultad de montar partidos, que estos se crean con estructuras ficticias, por decir lo menos- y la forma de «saltarse» la cancelación de la inscripción -que es, básicamente, no presentándose a unos comicios-. Tuesta, para salir de esta situación nada deseable, propone facilitar la inscripción, entorpecer las alianzas electorales -¿por qué?; él contrapropone favorecer la fusión de partidos, dado que las marcas electorales son proyectos personalistas sin distinciones programáticas-, vincular los partidos a unas elecciones organizadas por la administración electoral, siendo estas primarias, además, simultáneas -a la porra la autoorganización o los propios tiempos de cada formación, tabla rasa en el funcionamiento, en el fondo- donde se elegiría al orden de candidatos -¿eso quiere decir que como número uno y dos puedes tener personas que chocan en sus programas, dentro del ideario de un partido? ¡qué cosa tan inútil y contradictoria!-.
En Perú -y así lo entiende la propia ley electoral- los partidos políticos están absolutamente vinculados con sus vicisitudes electorales, y no entiendo por qué. Está claro que en democracias formales como la nuestra la lógica de los partidos pasa por la toma del poder por medio de las elecciones, pero su trabajo y existencia no deben supeditarse al éxito electoral que estas formaciones puedan tener, sobre todo si queremos que realmente las organizaciones políticas se fortalezcan y crezcan; si a primera de cambio tiramos todo lo que están construyendo -los inicios son duros y difíciles, alcanzar a primeras un 5% es mucho- favorecemos otro tipo de formaciones «atrapalotodo»… igual eso es lo que algunos quieren.
Las elecciones no agotan la participación política, existe desde el ámbito formativo y el trabajo de militancia de base así como otros sin número de acciones participativas en la vida política; el vincular la inscripción y, por tanto, la personalidad jurídica de los partidos -art. 35º de la Constitución Política del Perú, relacionado con el art. 11º de la Ley Nº 28094, de Partidos Políticos- a un resultado electoral -art. 13º.a) de la LPP y la propuesta del propio Tuesta- es limitar la existencia de los partidos a meras máquinas electorales que, si no les va bien, se mandan al desguace y a recomenzar toda la historia. Personalmente creo que ese requisito de la «victoria electoral» es contrario al pluralismo político -¿porque pertenezco a una opción muy minoritaria esta no puede tener una persona jurídica – partido operando?, ¿o es que estoy obligado a refundarla cada cinco años? ¡Vaya pérdida de recursos y tiempo!-.
Hablando de endurecer, la propuesta de Tuesta de cancelar la inscripción a los partidos que no superen el 0,1% de participación del padrón electoral en esas primarias organizadas por el Estado, favorecería estructuras de compras de «participantes» -como ahora se hace con las plantillas de afiliados y esas listas gigantes e inexistentes de inscritos… aprovecho que el Rímac pasa por Lima para volver a criticar que el padrón de afiliados sea público-. Además, vuelvo a lo mismo: ¿si pertenezco a una ideología que no llega al 0,1% del padrón electoral del país no merezco tener un partido político que represente mis ideas y donde pueda participar? El sistema actual ya responde que no, las minorías no tenemos derecho a partidos políticos por ser minorías y Tuesta lo respalda -con una propuesta distinta a lo que tenemos ahora, pero con el mismo efecto; solo que a comprobarse cada cinco años-. Así no se construye una cultura de participación plural en política. Entendería -y no demasiado- que no permitiera presentarse a unas elecciones si «previamente» no tiene un apoyo suficiente -aunque es algo absurdo, vamos a aceptar pulpo como animal de compañía-, pero no puedo compartir que: a) se penalice económicamente a la formación; b) se cancele la inscripción -pérdida de personalidad jurídica, ¡no lo olvidemos!-.
No podemos confundir el sistema de partidos con el sistema electoral; esto es, aunque estén íntimamente ligados, no son lo mismo por entero; por lo que digo: un partido es más que una mera máquina electoral. Una cosa es dificultar que un partido -organización política con personalidad jurídica propia- se presente a unas elecciones y otra negar su personalidad jurídica, que es lo que hace la Ley y Tuesta propone hacer de forma más férrea. Y eso, que lo de dificultar tampoco me parece del todo bien -como ya critiqué en su día con el cambio de legislación electoral en España-.
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