Uno de los procesos electorales más amplios y diversos que existe en el mundo es el del Parlamento Europeo, donde de forma más o menos simultánea se eligen en 28 países las 751 diputadas que conforman el parlamento de un organismo internacional.

El absentismo sigue siendo la norma, si bien se mejora sensiblemente con respecto a 2014 (8 puntos más, en parte por la coincidencia de elecciones locales en países como España, lo que elevó la participación en casi 21 puntos), pero si entendemos la Unión como la gran democracia futura, que solo vote el 50,93% de los llamados a las urnas, debería ser un toque de atención importante. En 15 países no se alcanzó ni siquiera el 50% de la participación.

El Grupo Popular Europeo mantiene la primera posición en la cámara, tras una significativa bajada de los apoyos (pasaría de 221 curules a 180); los socialdemócratas europeos también descienden (de 191 a 142), mientras que los Verdes – Alianza Libre Europea (69 frente a los 50 que tenía) y la Alianza de Liberales (109 frente a 67) son los principales beneficiarios.

La Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica sufre un fuerte retroceso (de 52 a 39, pero es que pasan de ser la 5ª a la 8ª), los más Conservadores y algo euroescépticos, también retroceden posiciones (70 a 59 curules, de 3º a 5º), pero se afianza la extrema derecha en el parlamento (el grupo de Europa de las Naciones y de las Libertades pasaría de 37 a unos 58, y algunas de las formaciones nuevas en el Parlamento Europeo seguramente se les sumen), mientras que el populismo euroescéptico mantiene más o menos su posición (así, el grupo de Europa de la Libertad y de la Democracia Directa pasaría de 48 a 54).

Sin contar con los «otros» y los electos en formaciones políticas nuevas en el Parlamento Europeo (con lo que, a priori, no podemos ponerles en un grupo de forma fácil), sí podemos ver como mínimo 460 de los 751 escaños están ocupados por la derecha europea.

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