Elecciones al parlamento catalán (2017), jugando con los resultados

por José María Rodríguez Arias

Durante toda la campaña se ha repetido que el «sistema electoral» en Cataluña «favorece a los nacionalistas», al punto que la propia Arrimadas, vencedora de los comicios, en su primer discurso soltó la perla que habían conseguido 37 escaños a pesar de ese sistema injusto, «copia del español». La candidata de Ciudadanos aseguró que con una ley más justa habrían conseguido más escaños, obviando que ellos están, actualmente, sobrerrepresentados en la cámara, ocupan el 27% con el 25% de los votos (los tres primeros partidos están en esa situación, luego lo veremos). Es lo que tiene aprenderse un discurso sin entender de dónde viene la queja.

Por partes, que a veces nos perdemos: Cataluña no tiene un sistema electoral propio «puro», básicamente se aplica la legislación nacional (estatal) junto con las previsiones del Estatuto de Autonomía (que, recordemos, es una Ley Orgánica en que la autonomía participa, aprueba, refrenda y demás, pero que en el fondo, son las Cortes del Estado las que las aprueban), que, para más inri, lo que hace es remitirse al anterior Estatuto de Autonomía, en tanto no se regule la materia. En este otro, además, ya figuraba como «disposición transitoria» (era la cuarta), en ella se establecía el número de 135 diputados, con las provincias como circunscripción (el Estatuto de 2006 habla de «territorios», en realidad no piensa en las provincias) donde se determina que el máximo es de 85 diputados para Barcelona (siendo 1 cada 50 mil habitantes) mientras que a las otras provincias se les deja un mínimo de 6 y 1 cada 40 mil habitantes, quedando estas con 17 (Girona), 15 (Lleida) y 18 (Tarragona).

El problema en esa legislación, en todo caso, es que Barcelona elije poco frente a su peso global, un pequeño cuadro:

Comparación entre los diputados autonómicos elegidos por cada provincia con su población (2017)
Prov. Población Escaños Dif.
núm. %núm. # %#
Barcelona 5474483 73,57 % 85 62,96 % -10,61
Tarragona 792641 10,65 % 18 13,33 % 2,68
Girona 745258 10,02 % 17 12,59 % 2,58
Lleida 428903 5,76 % 15 11,11 % 5,35
7441285
(Cuadro de elaboración propia con datos del INE -datos definitivos de enero 2017- y el EAC).

Como pueden observar, Lleida (Lérida) está absolutamente sobrerrepresentada mientras que Barcelona tiene 10 puntos de subrepresentación. Las circunscripciones, en todo caso, no son particularmente pequeñas, con lo que tienen cabida a más formaciones elegibles (mientras más escaños en juego, mayor es la proporcionalidad), siendo, de esta forma, mucho más proporcional que la distribución en las elecciones al Congreso de los Diputados español, donde en muchas provincias no hay lugar a más de dos partidos (o es extremadamente difícil). De hecho, en la más pequeña (Lleida) salieron elegidos representantes de cuatro partidos (uno menos que en 2015, dos menos si contamos con que la coalición de 2015 ahora ocupa dos plazas y no una), en ese caso, quedaron fuera la CUP y PP.

No es, como se dice, que el sistema electoral favorezca «a los nacionalistas» (la CUP se ha visto perjudicada, por ejemplo), sino a los partidos grandes, así:

Elecciones al parlamento catalán (2017): porcentaje de votos y ocupación de la cámara
  %V # %# Diferencia
C’s 25,37 % 37 27,41 % 2,04
JUNTSxCAT 21,65 % 34 25,19 % 3,54
ERC-CatSí 21,39 % 32 23,70 % 2,31
PSC 13,88 % 17 12,59 % -1,29
CatComú-Podem 7,45 % 8 5,93 % -1,52
CUP 4,45 % 4 2,96 % -1,49
PP 4,24 % 3 2,22 % -2,02
Total 98,43 % 135 100,00 % 1,569
Cuadro de elaboración propia con datos oficiales de la Generalitat de Catalunya con el 99% escrutado.

Es cierto que dos formaciones nacionalistas (JUNTSxCAT y ERC-CatSí) han salido «beneficiados» de este sistema, en gran medida porque su fuerte está en provincias sobrerrepresentadas, pero ahí tenemos a Ciudadanos, partido que dice que con otro sistema electoral «más justo» tendrían «más diputados», con dos puntos de sobrerrepresentación (siempre habrá cierta sobrerrepresentación, en parte por los puntos que se van a formaciones sin representación política en la cámara). Los partidos que son fuertes en Barcelona pero no en otras provincias, además, ven perjudicada su representación (CatComú-Podem y el PP, por ejemplo). Aún así, lo repito: favorece a los partidos grandes, independientemente de si son o no independentistas o nacionalistas (ahí tienen a Ciudadanos, que, recordemos, ganó en dos provincias: Barcelona y Tarragona).

Pero probemos otros sistemas electorales:

Distribución alternativa de los resultados oficiales del Parlamento Catalán (2017)
Partido Real (2017) Simulación (distrito único)
D’Hondt Resto Mayor (Método hare)
%V # # %# # %#
Cs 25,48 37 35 25,93 35 25,93
JUNTSxCAT 21,75 34 30 22,22 29 21,48
ERC-CatSí 21,49 32 29 21,48 29 21,48
PSC 13,94 17 19 14,07 19 14,07
CatComú-Podem 7,48 8 10 7,41 10 7,41
CUP 4,47 4 6 4,44 6 4,44
PP 4,26 3 5 3,7 6 4,44
PACMA 0,89 0 1 0,74 1 0,74
RECORTESCERO-GRUPOVERDE 0,23 0 0 0
PUM+J 0,01 0 0 0
Total 100 135 100
Cuadro de elaboración propia (la zona de «real» con datos oficiales de la Generalitat de Catalunya al 99% escrutado).

He realizado dos repartos alternativos, ambos considerando Cataluña como una circunscripción única (es la forma en que todos los votos valgan exactamente lo mismo) y eliminando la valla (barrera) electoral del 3%. Con este reparto, Ciudadanos obtendría dos escaños menos. El Partido Popular navegaría entre 5 (con el mismo sistema de reparto que se usa ahora) o 6 (usando el sistema de Resto Mayor con la cuota Hare, quedando levemente sobrerrepresentado en este caso). ¿Cambiarían las cosas? Sí, claro, pero aún así Ciudadanos no lo tendría fácil. El «bloque 155» (Ciudadanos, Partido Popular y PSC-PSOE) quedarían entre 59 y 60 escaños, lejos de la mayoría absoluta (68) y no tanto de lo que ahora tienen (57). ¿Podrían gobernar? Sí, con el apoyo de En Común – Podemos, que no suena demasiado fácil. Además, este bloque tiene menos votos que «el otro».

En estas simulaciones un pacto de las tres formaciones que parece que investirán al presidente (Junts, ERC y CUP) no sumaría mayoría absoluta (tendría entre 65 y 64 escaños, frente a los 70 actuales), con lo que «los comunes» sí podrían ser el partido importante que soñaban cuando leían las encuestas. Aún así, este bloque iría por delante del mal llamado «constitucionalista».

El eje que ha quedado muy deslucido, solo apuntado por «los comunes y podemitas» es el de izquierdas y derechas. Los dos partidos vencedores son claramente formaciones de derechas (Ciudadanos y Junts per Catalunya), entre los cuales suman 71 escaños (más que la suma de las tres formaciones independentistas), si les añadimos al Partido Popular, tenemos 74 escaños (en las simulaciones veíamos que ningún bloque tendría mayoría absoluta… pues en derechas e izquierdas sí, las tres formaciones claramente de derechas sumarían 70 en todo caso). Un cuadro resumen:

Derechas e izquierdas en el parlamento de Cataluña (2017), con una simulación agregada
2017 (real) Simulación (ambas)
%v # %# # %#
Derechas 51,49 74 54,81 % 70 51,85 %
Izquierdas 47,38 61 45,19 % 64 47,41 %
Otros 1,13 1 0,74 %
Cuadro de elaboración propia (la zona de «real» con datos oficiales de la Generalitat de Catalunya al 99% escrutado).

La izquierda ha obtenido un 47,38% de votos, siendo muy generosos en atribuir todo el voto del PSC a la izquierda (no solo por lo que es la propia formación política, sino porque incluyó en sus filas a miembros de la derecha democristiana catalanista). El bloque de izquierdas (que hubiese sido una alternativa a un gobierno definido por el origen de su nacionalismo) ha quedado hundido en las urnas. Cualquier ensoñación de ver en los catalanes la forma distinta de votar, con el corazón social por delante, ha quedado en pura propaganda (no podemos olvidar que es la CUP el partido más a la izquierda y se la ha pegado gorda; otro que bajó es En Comú–Podem, la siguiente formación «de las izquierdas» desde ese lado del espectro).

Con esto dicho, habría que plantearse la falta de una legislación electoral y las razones por las que no se ha conseguido promover ninguna, recordando, además, que según el EA catalán necesita ser aprobado por dos terceras partes de su parlamento (art. 56.2), nadie quiere dejar un lugar más o menos cómodo o soñar con el lugar del otro…

Excurso: un ejercicio parecido lo hice con los resultados del 2015, lo pueden ver acá.

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